martes, 14 de diciembre de 2010

EL POLOCO


Bueno, creo que ya va siendo hora de que cuente la historia del Poloco.

La residencia en la que vivía, estaba formada por varios edificios con un patio central que comunicaba con el exterior. Yo vivía en el Spanish Buildging, y es que si bien había alumnos de intercambio Italianos, Franceses, Polacos, entre otros, había un edificio en el que la mayoría de personas éramos españoles, excepto algún francés, algún húngaro, algún polaco y venga, algún vasco (guiño, guiño).
El Spanish Building tenía 6 plantas, en cada planta había como 3 minipisos que tenían un baño, cocina y tres habitaciones cada uno. También los había con dos habitaciones y con habitación individual para los más exquisitos. Pues bien, yo, como ya dije vivía en la planta baja con un chaval de Huétor Tájar, Ivi, y con Michael, de Polonia.
Nos tocó el gordo. Me tocó el típico chaval que se encierra en su habitación y no habla con nadie, solitario, huraño, retirado, el que se deja la pasta cocinada en el frigorífico hasta que crece moho en el plato (doy fe), (y tira el plato...); pero la cosa no acabó ahí...
Michael era un tipo alto, con ojos al estilo Enrique San Francisco, delgado no, lo siguiente, y rapado: era un skinhead. Sí, lo era, y no por su apariencia física, (que también); sino por su pensamiento. Al principio no solía hablar con nadie, excepto conmigo o con Ivi cuando estábamos los tres en la cocina y teníamos charlas de lo más interesantes...; cuando nos juntábamos todos, él se limitaba a sentarse en un sofá solo, echarse las manos a la cabeza a modo de jarra, y se limitaba a observar a la gente. Eso al principio. No mucho más tarde, empezó a soltarse con algunos chavales más y hablaba con ellos. ¿Sus temas de conversación? El racismo, la independencia de "su país", la violencia en los ultras del fútbol, etc.
Era Polaco, aunque no se relacionaba con ningún Polaco más de la residencia. Él, que era de Silesia, una parte perteneciente a Polonia, (y muchos, según él) la consideraba independiente. Odiaba a tanto a Polacos como a Alemanes, por el mangoneo que se trajeron unos y otros con esta región en la II Guerra Mundial.
Una vez nos comentó que él tenía un familiar negro, con el que nunca había hablado por motivo del color de su piel, le repugnaba. Michael me argumentaba que si por ejemplo a mi no me gustaba la cerveza, por qué alguien tenía que obligarme a beberla, comparándolo con que si a él no le gustaban los negros, por qué le tenían que decir a él lo que le debía de gustar y lo que no.
Apoyaba a un equipo de fútbol de Silesia, aunque no por ello le gustaba el fútbol. Pertenecía a los ultras. Me mostró vídeos en youtube sobre él y sus colegas en partidos de fútbol, haciendo de todo, menos viendo el partido... me comentó que los ultras de su equipo estaban hermandados con los del Frente Atlético, y que a él le entusiasmaba ir a un partido sólo para pegarse; incluso me llegó a comentar que un día me invitaría a ir a Silesia y ver un partido juntos con sus colegas... (aquí fue cuando empecé a acojonarme un poco, lo reconozco)
Estaba loco. Fácil el apodo. Polaco + loco = Poloco. A compañeros de la erasmus les decía que cuando volviésemos de nuestro viaje del Autumn Break (unas vacaciones que duran una semana aprox. en Octubre), estaríamos todos muertos. A otros sin más, les decía que un día amanecerían rapados como él. Un día a la noche dijo que iba a jugar una partida de póker no sé dónde. A la mañana siguiente, cuando íbamos a ir a clase, saliendo con la bici por el párking con un frio que pelaba, nos encontramos con el Poloco que vuelve de su "hazaña en el póker" descalzo, vestido sólo con una camiseta blanca ancha, calzoncillos y los dos ojos completamente morados. Mis gafas de sol desaparecieron. Él nos comentó que había ido a Aarhus, (una ciudad a 30 km) y que había vuelto haciendo footing, que se quitó los pantalones por ir más rápido...Pa mi que a éste, le dieron la paliza de su vida...
A partir de ahí, se calmó un poco. Aún así, Ivi y yo pedimos que se lo llevasen de nuestro mini-piso, o que nos cambiasen a nosotros. Nos comentaron que en 2 ó 3 días lo echarían de la residencia.
No se me olvidará el día que estaba en el patio de bicis, arreglando la mía junto a unos amigos, cuando oímos de repente crujidos, cristales, desplomes, golpes, ruidos, y aparece un estudiante gritando que el Poloco se ha vuelto loco (valga la redundancia) y está rompiendo todo. Entro en mi cocina y me encuentro absolutamente todo desordenado, destrozado, roto, como si hubiesen entrado a robar: mesas y sillas arrolladas, cacerolas por el suelo, armarios abiertos...
El baño completamente destrozado: espejos en el suelo, el falso techo destrozado de haberle dado golpes con el palo de la fregona, pelos por todas partes (de haberse afeitado), incluso en mi habitación (que estaba cerrada con llave, por suerte) había un agujero de haberle dado con una silla para intentar entrar. Lo mejor de todo: en el cajón de los cubiertos de la cocina no había ni un sólo cuchillo... Routers del pasillo arrancados, lámparas destrozadas, más golpes, cascos, cuchillos y cristales por el suelo. Llamamos a la policía. Se lo llevaron arrestado y esposado.

Todo el mundo flipó. Más tarde, por parte de la universidad se disculparon por "los recientes hechos ocurridos". Su padre vino a llevarse sus cosas y en un inglés lagrimoso y pobre explicaba, que se lo llevaban de vuelta a Polonia para ingresarlo en un psiquiátrico, que estaba enfermo. (Un par de hostias bien da'as a tiempo...)
Para poner la guinda al pastel, a los 2 ó 3 días de que se lo llevasen arrestado, estaba haciendo la compra en el supermercado con un compañero, en ésto que nos separamos para ir más rápido.
Yo sostenía una lata de tomate cuando oigo detrás de mi una voz grave que dice: "Hiya, Andreas". No. No puede ser. No se me olvidará el escalofrío que recorrió por toda mi espalda, me temblaban los dedos, se me aceleró el corazón como nunca antes lo había hecho, la lata casi se me cae, me negaba a creerlo: era él. Me doy la vuelta para confirmar mis sospechas y me lo encuentro de frente a mí, con aspecto un bastante más saludable, sin la sombra de ojos, y le saludo con un "Hi, how are you?" intentando poner la voz lo menos temblorosa posible...; para mi alivio, estaba con su padre, me comentó que estaba realizando la última compra antes de bajarse a Polonia; que estaba enfermo. Pidió disculpas por todo y se fue. La cara que puso mi amigo cuando me vio hablando con el Poloco fue un cuadro...
A partir de ahí muchos hacíamos bromas recordándolo, porque aunque sea un tópico, después de la tempestad, viene la calma.