Aún sin vuelos pillados para Edimburgo, no hacía más que

darle vueltas a la fecha de salida: Sabía que debía de ser pronto, para no acomodarme a las comidas de mamá, pero no exactamente cuándo. Después de una semana arreglando papeleos con la (D)eficiente Universidad, me decidí y compré los billetes: Iría a Dinamarca unos días y desde allí volaría a Edimburgo (economicamente hablando salía por el mismo precio que un vuelo directo a Edimburgo, y además aprovechaba para volver a Horsens). Cuando se lo comuniqué a mi famila, recuerdo que mi madre decía "nene, espérate a que pase la Semana Santa y luego ya veremos..." (con la esperanza de que a mi se me bajasen los humos y cambiase de idea), o el mosqueo de mi padre: "¡A ver, a qué vas allí!", "Tú te piensas que habrá un tío allí cuando llegues que te diga, toma Andrés un trabajo". Yo le decía que no, que ya sabía que no, aunque no sé por qué, en el fondo pensaba que ese hombre sí estaría...
Cuánta razón tuvo mi padre...
Mis amigos me apoyaron. Algunos no llegaban a comprender por qué, ahora, habiendo acabado la carrera, prefería irme a quedarme en el pueblo y buscar un trabajo, es más, ¡irme para trabajar de lo que sea!, ¿en qué cabeza cabe?Yo me refugiaba en la excusa de perfeccionar el inglés (objetivo que cumplí a medias estando en Dinamarca), para vivir otra experiencia, conocer gente nueva, terminar de encontrarme a mí mismo (como dije en otro post), quería probarme a mí mismo, ver si de verdad podía responder ¡Capaz! a la pregunta: ¿Capaz o incapaz?
Así pues, después de 2 semanas de mi vuelta de Dinamarca, regresé. Me lié la manta a la cabeza. El 8 de Marzo me permitieron entrar de nuevo en "esa burbuja", aunque ahora era más consciente de que esa burbuja se pincharía en unos días.
El 17 de Marzo de 2010 me fui a Edimburgo. Llegué con JJ, un compañero de la erasmus, que estaría de visita durante unos días en la ciudad, él se cogió el bus que le llevaba al centro y nos despedimos. Allí estaba. Solo. Lo había hecho. Empezaba de nuevo y yo mismo me había propuesto cerrar la puerta a mis espaldas para no poder escapar. Sabía que era una cuenta atrás, el dinero era clave así que disponía de poco tiempo para encontrar al hombre del cartel.
Empecé a buscar.
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